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Caso Púnica, púnica granatum

La operación Púnica, debe su nombre al principal protagonista de la trama, Francisco Granados, ya que el árbol del granado se conoce como: «púnica granatum».

Francisco Granados

Francisco Granados, siendo Alcalde de Valdemoro, el PSOE de Madrid le denunció ante la Fiscalía Anticorrupción por ciertas irregularidades en la campaña electoral. Le acusaron de pagar con dinero del Ayuntamiento, folletos electorales para su campaña y regalos promocionales distribuidos entre los votantes. Después fue Diputado en la Asamblea de Madrid, Consejero de Transportes de la CAM. Presidió la Comisión Investigadora del denominado caso Tamayazo, en el que Tamayo y su compañera Sáez se ausentaron de aquella votación para conseguir una repetición de elecciones y que acabó dándole el poder a Esperanza Aguirre. Una compensación por frustrar la investidura de Simancas y un gobierno de izquierdas, a cambio de: «Algún millón, alguno más de dos y menos de cinco».

Esperanza Aguirre ya llevaba varios años de Gobierno cuando, según Granados, Tamayo fue a reclamar lo suyo: «Y a este señor le dije que nada de nada». Fue uno de los hombres fuertes de la Comunidad de Madrid. Secretario General del PP de la CAM, desde 2004 –2011, asumiendo las competencias de Interior  y Justicia. Esperanza Aguirre, en junio de 2011, prescindió de sus servicios.

Según la prensa, en Valdemoro tiene once inmuebles. Granados y su sucesor en la alcaldía de Valdemoro, José Miguel Moreno Torres, compraron a David Marjaliza, íntimo amigo del empresario constructor, acusado de ser uno de los «conseguidores» de la trama, sendos chalets en Marbella valorados en 200.000 euros en 2002, por los que habían adelantado la suma de 33.000 euros. Marjaliza recompró ambos, unos meses más tarde.

En Madrid, unos grandes almacenes le facturaron al político unos muebles de cocina un año más tarde, cuando ya no era de su propiedad. Granados alegó que la factura estaba a su nombre por error del proveedor.

El 23 de octubre de 2006, alguien incendió intencionadamente el Mini Cooper de la esposa de Granados, se descubrió así que el coche estaba a nombre de la empresa Grandes Locales de Negocios SL, una constructora local contratista del ayuntamiento. La misma constructora, propiedad de otro amigo de Granados, Ramiro Cid. El político adujo que el coche había sido adquirido por su esposa en un negocio local de compra-venta de vehículos, Car Valdemoro, que no había tramitado la transferencia. El gerente de dicho negocio confirmó la operación, y justificó la ausencia de transferencia por retrasos burocráticos de Tráfico. Los periodistas comprobaron que la transferencia no había sido solicitada jamás. Car Valdemoro es propiedad de José Miguel Moreno Torres. El PP consideró este hecho, como un atentado terrorista.

Se construyó una casa de lujo de 1000 m2 sobre seis parcelas, el grupo Obras y Vías era propietario del suelo y constructora de la mansión, y dueña a su vez de Grandes Locales de Negocio SL, la propietaria del vehículo incendiado. Granados contrató la construcción del chalet sin pagar nada por el suelo.

En 2009, un alto directivo de una constructora de la zona, DICO, denunció haber pagado comisiones millonarias a diversos alcaldes, refiriéndose a Granados como «el tío más sucio del mundo».

Los concejales del PP, José Luis Peñas y Juan José Moreno Alonso le señalaron como uno de los cargos del gobierno madrileño que presionaron para que el alcalde de Majadahonda, Guillermo Ortega, procesado en el caso, amañara una venta de suelo público.

En 2009,  Granados estaba señalado por el escándalo de la supuesta trama de espionaje político a sus compañeros de partido, Ignacio González, Manuel Cobo y Alfredo Prada, financiada con fondos públicos de la consejería de Interior de la Comunidad de Madrid. Controlaba el supuesto aparato de espionaje, integrado por tres guardias civiles, a los que había fichado personalmente como asesores de seguridad. Tras una investigación judicial, se archivó el caso por falta de indicios.

En 2011 presentó una declaración de bienes en la que afirmaba haber cobrado de la CAM, 15.000 euros más de lo que declaraba oficialmente como su sueldo.

Arpegio, Áreas de Promoción Empresarial con Gestión Industrial Organizada, SA, empresa pública perteneciente a la Comunidad de Madrid, dedicada a la compra y gestión del suelo. Sus objetivos son las de llevar a cabo estrategias territoriales como las de la Ciudad de la Imagen, en Pozuelo de Alarcón; el Parque Empresarial de Las Rozas; el área de centralidad de Alcorcón; y una serie de Programas de Actuación Urbanística (PAU) en Getafe, Leganés y Pinto, entre otras zonas. Se investiga si hubo o no control en el gasto de 10 millones de euros que gestionó la Fundación desde que la creó Francisco Granados en 2006. Era capital 100% público.Hizo grandes negocios con la gestión de los consorcios urbanísticos municipales y las adjudicaciones de obras y servicios de los llamados Planes Prisma. Granados controlaba y, supuestamente, amañaba, todas las fases de las operaciones de venta de parcelas públicas durante los años centrales de la burbuja del ladrillo. Sin embargo, no la llevaba Granados directamente, ocupado en sus tareas políticas. Tres figuras son clave en la presunta explotación fraudulenta: Eduardo Larraz, ex consejero delegado de la sociedad, el promotor Adolfo Fernández Maestre y el abogado José Luis Jaraba, secretario de los 22 consorcios urbanísticos suscritos por Arpegio con once ayuntamientos de la Comunidad de Madrid.

Eduardo Larraz, que antes de colaborar con Granados fue jefe de Gabinete del Ministerio de Sanidad con Celia Villalobos, reconoció que poseía 90 lingotes de oro de medio kilo y otros 56 de un kilo con un valor de 1,96 millones de euros. Larraz y su esposa, supuestamente ocultaron en Suiza hasta 1,65 millones de euros. Sin embargo, la situación era tan irregular que hasta el banco privado helvético Société Générale canceló su cuenta al existir sospechas de corrupción. El matrimonio también tenía sociedades en Panamá y en las Islas Vírgenes Británicas, que no fueron declaradas a la Agencia Tributaria.

El promotor Adolfo Fernández Maestre, dueño de la mercantil DUSA, la empresa de Análisis y Gestión de Desarrollos Urbanos, fue subcontratada por Arpegio para gestionar las licitaciones públicas del plan Prisma. Recibió una “licitación meteórica” de 5,3 millones de euros para la gestión de los contratos del Plan Prisma. Según la investigación, DUSA lo que hacía era dar la mejor valoración y preadjudicaba contratos a las empresas que se avenían a los tratos de corrupción con Arpegio. En el registro del domicilio de Fernández Maestre, hallaron, además de 15.480 euros y 3.840 dólares en metálico, una pistola. El arma, que no tenía licencia, perteneció, según manifestó el promotor, a su padre, militar y le ha costado al empresario una imputación por tenencia ilícita de armas, además de una ristra de delitos de corrupción y blanqueo de capitales.

El abogado, José Luis Jaraba Pérez, Secretario de los consejos de administración de los diferentes consorcios urbanísticos bajo sospecha, también figura como socio de la empresa Jaraba Tamame Asociados SL, a través de la cual facturó entre 2003 y 2012 más de 1,1 millones de euros a la propia empresa pública del suelo. Anticorrupción destaca que en esos años también “mantuvo dudosas relaciones” con las firmas de Adolfo Fernández Mestre, de las que recibió alrededor de 1,5 millones de euros. Además, facturó 3,1 millones de euros a Técnicas Territoriales Urbanas, otra de las firmas investigadas.

Amañó contratos millonarios en diversos municipios de la CAM a una multinacional francesa, Cofely, experta en sistemas de eficiencia energética, que acaparó 160 de los 250 millones de euros amañados.  Esta empresa se dedica a mejorar los sistemas eléctricos en los edificios consistoriales y su alumbrado público. El Ayuntamiento de Madrid adjudicó a la empresa Cofely ocho contratos por, 516.004 euros entre los años 2009 y 2012. En la lista de arrestados están el director general de Cofely, Didier Maurice y el director comercial, Constantino Álvarez de la Cueva. Cofely sería “la compañía sobre la que pivotaba gran parte de la trama” en la que Granados haría la labor de conseguidor de adjudicaciones públicas a cambio del cobro de comisiones ilegales.

Sede madrileña

En su sede madrileña trabajaba, Miguel Ángel Villanueva, quien fuera vicealcalde de Madrid hasta su dimisión, tras la tragedia del Madrid Arena. La trama habría intervenido en adjudicaciones por valor de 250 millones. El alcalde de Leganés, Jesús Gómez, ha anunciado que los técnicos municipales están “mirando” un contrato que el Ayuntamiento adjudicó a Cofely para la climatización en edificios municipales “cinco días antes de las elecciones de 2011”. El presupuesto base de licitación fue de 292.000 euros. Agentes de la UCO, se personaron en el consistorio para requerir el expediente completo del concurso. Paralizaciones parecidas podrían haber ocurrido en otros municipios en los que la compañía haya presentado ofertas.

Francisco Granados y David Marjaliza habrían diseñado el negocio perfecto para lucrarse mediante la construcción de colegios.  El político y el amigo constructor cobrarían entre 900.000 y 1,2 millones de euros por cada colegio concertado que ponían en marcha. En este caso, el pagador era Alfedel, una sociedad registrada en Valdemoro. El dueño de la empresa, Alfonso Ferrón, está imputado por estos pagos. Granados usaba su influencia política para que los ayuntamientos madrileños cedieran el suelo a un precio muy inferior al de mercado. En la segunda fase del procedimiento, Alfedel pagaba una comisión que, en el fondo, venía disfrazada por un contrato falso de consultoría entre Alfedel y la sociedad del amigo-constructor de Granados, David Marjaliza. De esta forma, Alfonso Ferrón del Río pagaba las comisiones, siempre con facturas falsas, pero con apariencia legal. Marjaliza  contaba con su empresa Obrum, que era la encargada de construir el colegio. La empresa de construcción les cobraba a los profesores un 7% del valor final del colegio. Teniendo en cuenta que cada colegio costaba entre 15 y 30 millones de euros, la comisión del propietario de Alfedel ascendía hasta 2,1 millones, de los que alrededor de la mitad iban directamente a la sociedad consultora de David Marjaliza, a través de facturas ficticias.

Pagó con fondos públicos publicidad en Internet, para contrarrestar las noticias que no le interesaran. La empresa Indra, aparece como una de las beneficiarias y José Martínez Nicolás, consejero delegado de la Agencia de Informática y Comunicaciones de la Comunidad de Madrid, también está dentro de la investigación.

Francisco Granados y Esperanza Aguirre

Llevaba años bajo sospecha. Los escándalos que le perseguían nunca lograban acabar con su carrera política. La presidenta Aguirre se encargó de protegerle sin reservas, hasta que llegó el secreto bancario desde Suiza. Entonces Granados se despidió a la fuerza y para siempre de la política activa. La Fiscalía Anticorrupción destapó este escándalo a raíz de una sorprendente, por inesperada, confidencia suiza en la Nochebuena de 2013. Sin que ninguna autoridad judicial lo pidiera, la fiscalía del país helvético remitió a sus colegas españoles información sobre una sospecha de “delito agravado de blanqueo de capitales» en relación con los ahorros que Francisco Granados y su amigo el constructor David Marjaliza. En la terminología bancaria, Granados era un PEP (persona especialmente expuesta) a la que había que hacer seguimiento sobre el origen de sus fondos. Es la misma terminología que los bancos suizos utilizaron con el ex tesorero Luis Bárcenas, cuando fue nombrado senador del PP y tuvo que dar explicaciones para justificar los ingresos que había en sus cuentas.

La información suiza sobre el ex consejero Granados llevó a la Fiscalía Anticorrupción a tirar del hilo bancario con ayuda del juez Eloy Velasco, y ejecutada por la Guardia Civil, que desarticuló una extensa red político-empresarial dedicada al tráfico de influencias y al pago/cobro de comisiones ilegales que operaba, casi hasta ayer,  quien abrió una investigación secreta, ordenó intervenciones telefónicas, vigilancias, seguimientos e informes tributarios con los que fue dibujando un mapa de carreteras secundarias que conducirían a Granados y a su amigo íntimo, David Marjaliza, la llamada Operación Púnica.

David Marjaliza

El 19 de febrero de 2014 fue publicado en los medios que Francisco Granados tenía una cuenta a su nombre en Suiza con 1,5 millones de euros. El dinero estaba en un depósito abierto desde 1999, según comunicó la justicia suiza a la española. En el marco de la Operación Púnica, Francisco Granados fue detenido el 27 de octubre de 2014. La justicia ordenó el bloqueo de cuentas de Francisco Granados y de su testaferro, David Marjaliza, en Suiza y Singapur, cuentas que acumularían unos 11 millones de euros (7 y 4 respectivamente). Fueron 35 los detenidos, y otras 15 personas imputadas. Entre los detenidos nos encontramos también con algunos políticos del PSOE: Antonio Borrego, Jefe de gabinete del Alcalde de Parla y Jose María Fraile, Alcalde de Parla, y de IU, Avelino Pérez, responsable de Obras Públicas del Ayuntamiento de Parla. El juez decretó el 31 de octubre su ingreso en prisión, investiga delitos de blanqueo de capitales, contra la hacienda pública, organización criminal, cohecho, tráfico de influencias, fraude, malversación de caudales públicos, prevaricación, negociaciones prohibidas a funcionarios y utilización de información confidencial. Decisión que fue confirmada por la Audiencia Nacional mes y medio después, al entender que persistía el riesgo de fuga y de destrucción de pruebas, lo que en aquel mes y medio pudo perfectamente ocurrir, pues tuvieron tiempo sobrado para ello.

El ex alcalde de Serranillos del Valle, Antonio Sánchez Fernández, era descubierto por la Guardia Civil, llevándose cajas de documentos de la alcaldía, tras haber sido alertado por un funcionario local de la posibilidad de estar cometiendo un delito. Durante el suceso, Sánchez estaba imputado y siendo investigado por prevaricación, fraude, cohecho y malversación. Previo al suceso, había alegado mala salud para no haber ido a declarar ante el juez.

Así, Francisco Granados y David Marjaliza, diseñaron un sistema para saquear los presupuestos públicos de varios municipios madrileños, comenzando por Valdemoro, y llegando a administraciones públicas de varias comunidades autónomas. La causa abierta en la Audiencia Nacional afecta a siete ayuntamientos madrileños: Valdemoro, Parla, Collado Villalba, Móstoles, Torrejón de Velasco, Casarrubuelos y Serranillos del Valle.Fuera de la Comunidad de Madrid, la Diputación Provincial de León, su expresidente, Marcos Martínez Barazón, en el municipio de Almendralejo (Badajoz) y el secretario del Instituto de Turismo de la Región de Murcia, el ex alcalde de Cartagena, José Antonio Alonso.

Aparentemente el número uno de la trama, es Francisco Granados.  «Los indicios apuntan no a malas praxis administrativas sino a comportamientos de corrupción por favorecer el clientelismo de un determinado grupo empresarial local a quien se le prestaba un trato preferencial».

En registros posteriores, en la casa de los suegros de Granados, encontraron en un altillo un millón de euros, y alegaron, que: «en su casa entraba y salía mucha gente y que podría ser de algún fontanero, o de un trabajador de IKEA».

El cabecilla de la trama Púnica, Francisco Granados, ha abandonado la prisión de Estremera, cárcel inaugurada por él, donde se encontraba encarcelado de forma provisional, después de 32 meses. Recupera la libertad tras abonar la fianza de 400.000 euros, a la espera de que se le juzgue en las numerosas piezas abiertas por la Audiencia Nacional sobre el entramado que lideraba. El primero de los juicios está previsto para el próximo mes de noviembre.

Ignacio González y Cristina Cifuentes

En el auto en el que ordena la salida de prisión del investigado, el juez —que sigue al frente del caso Púnica hasta que aterrice su sustituto en los próximos días— impone como medidas cautelares a Granados que comparezca todos los días 1 y 15 de cada mes en sede judicial, que facilite un teléfono y un correo electrónico en los que pueda estar localizado y que fije un domicilio para remitirle notificaciones. Asimismo, le prohíbe abandonar el país sin autorización judicial. La madre del considerado cabecilla de la trama Púnica ha comparecido en el juzgado para hacer efectiva la caución mediante la hipoteca de dos propiedades: una finca de Valdemoro a nombre de la mujer de Granados y su cuñado, tasada en más de 300.000 euros, y otra a su nombre, valorada en 523.000 euros.

 

El periodista Eduardo Inda, ha realizado la primera entrevista tras su salida de la cárcel, declarando que el único que ha mandado en la CAM ha sido Ignacio González, junto con Cristina Cifuentes, su mano derecha, que él es inocente: «Iré demostrando su falsedad y su inconcreción uno por uno. También pediré responsabilidades a los funcionarios que los hayan firmado, sean de la UCO, sean de la Fiscalía o sean de quien sean».

 

Blas de Lezo

El pasado miércoles, día 19 de abril, se ha detenido al que fuera presidente de la comunidad de Madrid, Ignacio González, por la UCO (Unidad Central Operativa), acusado de presuntos delitos de: organización criminal, prevaricación, malversación, cohecho, blanqueo, fraude y falsificación documental, fundamentalmente por haber desviado fondos del Canal de Isabel II, empresa pública madrileña de aguas. Esta detención ha sido bautizada como “Operación Lezo”. Pero ¿Por qué se le ha llamado así?

Blas de Lezo fue un Almirante español considerado hoy en día uno de los mejores estrategas de la historia de la Armada Española y una de sus mejores hazañas fue la defensa de Cartagena de Indias en Colombia y por su lucha contra los contrabadistas en los mares del Sur. Se le conocería con los apodos de: “mediohombre” o “Almirante Patapalo”, ya que en sus batallas perdió primero una pierna, luego un ojo, y después un brazo. La UCO, cuando estaba investigando a Ignacio González, le siguió a la ciudad de Cartagena de Indias, y, fue allí donde los detectives  le grabaron junto a otros dos ejecutivos del Canal, , entrando en una vivienda con varias bolsas blancas y salir sin ellas.

C.P. Blas de Lezo

En otras imágenes, Ignacio González acude a un desayuno en el que sus acompañantes hablan sobre: “un bufete panameño llamado IGRA, y un banco suizo,el Anglo Irish Bank, una referencia para mover los fondos y cheques en Lauryn Group Inc en Panamá, tal y como se recoge en el informe de la operación.

Y para mayor coincidencia, hace dos años Ignacio González puso la primera piedra del colegio público situado en las Tablas de Madrid y que se llama a su vez  “Colegio Blas de Lezo”. Hay que reconocer a la UCO su ingenio a la hora de poner nombres. Vamos a ver la vida de este héroe, que por desgracia se ha recordado por un caso de corrupción.

Blas de Lezo

Blas de Lezo y Olavarrieta nació en Pasajes de San Pedro (Guipúzcoa) en el año de 1687 y murió en Cartagena de Indias el 7 de septiembre de 1741. Pertenecía a una familia con ilustres marinos entre sus antepasados, en un pueblo dedicado, prácticamente en exclusiva, a la mar. Era el tercer hijo del matrimonio, que tuvo ocho, de los que no todos sobrevivieron a la infancia. Sus padres pertenecían a la pequeña nobleza local, acomodada, y contaba con algunos antepasados importantes: su tatarabuelo había sido regidor de la villa a comienzos de siglo, otro había sido obispo de Perú el siglo anterior, y su abuelo había sido capitán y dueño de un galeón. El mayorazgo le privaba prácticamente de heredar bienes, así que optó por emprender la carrera militar, como marino.

Se educó en el Colegio de Francia, una institución educativa para niños de la baja nobleza. Por aquel entonces la armada francesa era aliada de España en la Guerra de Sucesión, que acababa de empezar al morir Carlos II, sin descendencia.  Lezo se embarcó, a sus doce años,  en la escuadra francesa  que, había absorbido a la española (en estado calamitoso), enrolándose como Guardiamarina al servicio del conde de Toulouse, Luis Alejandro de Borbón, hijo de Luis XIV.

En la batalla de Gibraltar, poco después de comenzar el combate, una bala de cañón le destrozó la pierna izquierda, teniéndosela que amputar, sin anestesia, por debajo de la rodilla.  La acción de Lezo, se distinguió por su intrepidez y serenidad; la tuvo en tal grado que, habiéndosele llevado la pierna izquierda una bala de cañón, siguió con gran estoicismo en su puesto de combate, mereciendo el elogio del gran almirante francés. Por su comportamiento, fue ascendido a Alférez de navío.

En los sitiados de Barcelona Lezo, al mando de una pequeña flotilla, realizó brillantemente su cometido, escapando una y otra vez de las naves enemigas y facilitando el aprovisionamiento del ejército. Para ello deja flotando y ardiendo paja húmeda, con el fin de crear una densa nube de humo que ocultase los navíos españoles, pero además carga «sus cañones con unos casquetes de armazón delgada con material incendiario dentro, que, al ser disparados, prenden fuego a los buques británicos». Los británicos se ven impotentes ante tal despliegue de ingenio.

Posteriormente se le destacó a la fortaleza de Santa Catalina de Tolón, donde participó en la defensa de la base naval. En esta acción y tras el impacto de un cañonazo en la fortificación, una esquirla le reventó el ojo izquierdo. Lezo se batió con su acostumbrado denuedo en la defensa del castillo. Tras una breve convalecencia fue destinado al puerto de Rochefort, en la costa atlántica francesa, donde lo ascendieron a teniente de Guardacostas.

Stanhope

Tres años más tarde, se afirma, aunque no hay documentación que respalde esta aseveración, que durante su destino en Rochefort rindió once barcos enemigos, el menor de veinte piezas. «Cuando los ingleses vieron aquello, entraron en pánico». Blas de Lezo se cubrió de gloria en dicho enfrentamiento, en el que incluso fue herido, siendo ascendido a Capitán de Fragata.

Lo que si es cierto es el valor de Blas de Lezo y de su tripulación, a bordo de una pequeña fragata, enfrentándose a un navío que le triplicaba en fuerza. [Todo a Babor]La captura del Stanhope.

 

 

 

Al año siguiente tomó parte en las operaciones del segundo ataque a Barcelona, cercada por tierra por el duque de Berwick, con el que estorbó el abastecimiento de la ciudad y la bombardeó. El 11 de septiembre de 1714, al acercarse con demasiado ímpetu a sus defensas, recibió un balazo de mosquete en el antebrazo derecho, que quedó sin movilidad hasta el fin de sus días. De esta manera, con tan solo veintiséis años, el joven Blas de Lezo era ya tuerto, manco y cojo. Al año siguiente tomó parte de la escuadra donde los mallorquines se sometieron a Felipe V.

Fue destinado a los mares del sur, con la finalidad de recoger la plata y de auxiliar a los galeones perdidos en el canal de Bahama. Tenían como objetivo la limpieza de corsarios, piratas y de buques extranjeros que, haciendo un comercio ilícito, perjudicaban grandemente a la hacienda española. Después de siete años en este servicio, recayó, al fin en Lezo el mando de esas fuerzas navales del mar del Sur, capturando seis navíos de guerra, por un valor, sólo de su carga, de 3.000.000 de pesos; tres de ellos se agregaron a la Armada Real. Durante este periodo realiza numerosas salidas en las que sostiene combates, limpiando las aguas de Chile y Perú, de corsarios enemigos.

El 5 de mayo de 1725, contrajo matrimonio en Lima con la dama criolla Josefa Pacheco Bustios, natural de Locumba (actual Tacna). El matrimonio tuvo siete hijos.

En el año 1730, fue llamado a España por orden del Rey. Fue promovido a Jefe de escuadra. Habiendo surgido ciertas diferencias con la república de Génova, España estaba resentida por la conducta observada por aquel estado y no de acuerdo con sus procedimientos, el general Lezo, por orden superior, se personó en aquel puerto con seis navíos y exigió como satisfacción, que se hiciesen honores extraordinarios a la bandera real de España y que se restituyese inmediatamente la plata que se retenía. Mostrando el reloj a los comisionados de la ciudad, que buscaban el modo de eludir la cuestión, fijó un plazo, transcurrido el cual la escuadra rompería el fuego contra la ciudad. Ante esta decidida actitud se hizo el saludo pedido y se transportaron a bordo los 2.000.000 de pesos fuertes, pertenecientes a España,

Decidido a acabar con la amenaza que suponía la flota argelina, logró finalmente localizar a la Capitana de Argel, un buque de sesenta cañones, que se refugió en la bahía de Mostagán, defendida por dos castillos fortificados. Ello no amendrató a Lezo, que entró en la bahía tras la nave argelina despreciando el fuego de los fuertes, A pesar de los disparos de los castillos y de los que se le hacían de todas partes y echando al agua lanchas armadas, la abordó y la prendió fuego y, a continuación, destruyó los dos castillos. Esta acción de la mayor intrepidez, que no podían esperar los argelinos, les alarmó de tal modo que les hizo pedir socorro a la Sublime Puerta (Constantinopla). Permaneció en el mar cincuenta días, hasta que una epidemia infecciosa, ocasionada por la corrupción de los alimentos, le obligó a regresar a Cádiz, cayendo enfermo de gravedad.

El Rey le manifestó su aprecio y como recompensa a los distinguidos servicios prestados le promovió a Teniente General. Desempeñó la comandancia general del departamento de Cádiz; al año siguiente fue llamado a la corte y, en ella permaneció muy poco tiempo pues él mismo decía: «que tan maltrecho cuerpo no era una buena figura para permanecer entre tanto lujo y que su lugar era la cubierta de un buque de guerra; pidió el consiguiente permiso al Rey y éste se lo concedió».

Fue nombrado Comandante General de Cartagena de Indias, plaza que tuvo que defender al ataque del almirante inglés Edward Vernon.

En los primeros años en Cartagena, Lezo se encargó de labores de guardacostas, con intención de desbaratar el creciente contrabando que había crecido aprovechando las concesiones comerciales que el Reino Unido había obtenido en el Tratado de Utrecht. Al comercio legal —quinientas toneladas ampliadas a mil, en 1716—. Con este mismo objetivo, creó una compañía de armadores de corso. Al contrabando británico se unieron pronto los contrabandistas, que amenazaban el comercio español y trataban de no pagar los derechos (impuestos) a la Corona. A pesar de la renuncia del Gobierno británico a enfrentarse a España y favorecer así su acercamiento a Francia, las quejas de los comerciantes afectados por las actividades de los guardacostas acabaron por aumentar la tensión entre los dos países que condujeron finalmente a la guerra.

Robert Jenkins

La justificación de los británicos para iniciar un conflicto con España fue, entre otros muchos incidentes, el apresamiento de un barco mercante mandado por el pirata Robert Jenkins, cerca de la costa de Florida, que fue interceptado por un guardacostas español, a las órdenes del capitán Juan de León Fandiño. El capitán permitió seguir con vida al pirata y le amputó una oreja; y con la oreja del pirata en la mano, le dijo: «Aquí está tu oreja: tómala y llévasela al rey de Inglaterra, para que sepa que aquí no se contrabandea». «Ve y dile a tu rey que lo mismo le haré si a lo mismo se atreve». Jenkins se presentó en la Cámara de los Comunes y en su comparecencia, denunció el caso con su oreja en la mano. Como consecuencia de esta maniobra política, se declaró la guerra a España el 23 de octubre de 1739.

Sebastián de Eslava

Lezo, se personó en Cartagena ante el virrey del Nuevo Reino de Granada, Sebastián de Eslava, general muy acreditado por su valor y por su inteligencia. Entre él y Lezo tomaron las medidas, de mar y tierra, para la defensa, si bien Eslava se encontraba reacio a ello. Acusó a Eslava entre otras cosas, de poca previsión en el acopio de víveres, así como de que despreciaba los avisos del ataque que se proyectaba, que a Lezo daban sus espías y que después la experiencia demostró fueron tan oportunos. Vernon conquistó la plaza de Portobelo (Panamá), y desafió a Lezo, a lo que el marino español contestó: “puedo asegurar a V.E., que si me hubiera hallado en Portobelo para impedírselo, y si las cosas hubieran ido a mi satisfacción, aun para buscarle en cualquier otra parte, persuadiéndome que el ánimo que faltó a los de Portobelo, me hubiera sobrado para contener su cobardía”.

A continuación y de acuerdo al plan trazado, que los españoles conocían por los informes de un espía que trabajaba en Jamaica, Vernon se dirigió contra Cartagena. Antes había realizado dos ataques exploratorios, con escasas fuerzas, que Lezo rechazó. Con gran parte de la tropa enferma, grandes bajas sufridas en los combates y la llegada de la época de lluvias, los británicos optaron por destruir las defensas a su alcance y abandonar el asedio.

Las pérdidas británicas fueron graves: unos cuatro mil quinientos muertos, seis barcos perdidos y entre diecisiete y veinte muy dañados. Estas últimas obligaron al Gobierno británico a concentrar sus fuerzas en la defensa de la metrópoli, el Atlántico septentrional y el Mediterráneo, y a desechar nuevas campañas en las colonias españolas en América.

 

James Vernon

Los ingleses, que contaban con la victoria de antemano, se habían precipitado a acuñar monedas y medallas para celebrarla. Dichas medallas decían en su anverso: «Los héroes británicos tomaron Cartagena el 1 de abril de 1741» y «El orgullo español humillado por Vernon”. En ellas aparecía Blas de Lezo representado de rodillas entregando su espada al almirante Vernon, eso sí, un Lezo muy completito con todas sus piernas, brazos y posiblemente ojos.

La victoria de las fuerzas españolas, al mando del teniente general de la Armada Blas de Lezo, prolongó la supremacía militar española en el Atlántico occidental hasta el siglo XIX.

Pocos días después,  una bala de cañón impactó en la mesa de la nave Galicia, en torno a la que estaban reunidos los mandos españoles en junta de guerra. Las astillas de la mesa hirieron en el muslo y en una mano a Lezo; la infección de estas heridas le acabó causando la muerte.

La mala relación entre Lezo y el virrey Sebastián de Eslava, jefe de la plaza y responsable de su defensa, se agudizó una vez levantado el cerco británico. El primero había abogado constantemente por adoptar medidas más ofensivas y por acosar al enemigo, mientras que el segundo había mantenido una actitud más prudente y defensiva, que para el marino pareció inactividad y desidia en la defensa.

Estatua de Lezo, Madrid

Lezo, cada vez más enfermo, apenas abandonó su residencia y mantuvo una guerra epistolar con el virrey, tratando de defender su actuación durante el asedio, por la que el virrey llegó a solicitar y obtener el castigo del rey para el marino. Intentó que se reconociese su carrera mediante la obtención de un título nobiliario, pero el rey, que había recibido los informes desfavorables del virrey y de otros adversarios, lo rechazó.

Blas de Lezo falleció en Cartagena de Indias de: «unas calenturas, que en breves días se le declaró tabardillo», a las ocho de la mañana del 7 de septiembre de 1741. Fue el único de los principales protagonistas del asedio que no obtuvo recompensa alguna por sus acciones. Lo único que consiguió fue, su destitución como jefe del apostadero y la orden de que regresase a la península Ibérica para ser reprendido.

 

A título póstumo, el rey Carlos III recompensó al hijo de Lezo por las acciones de su padre, nombrándolo marqués de Ovieco.  Aunque después se recordaría la memoria de Lezo, este fue enterrado en una fosa común, por lo que su cuerpo no pudo ser enterrado en las condiciones que merecía.